jueves, 20 de septiembre de 2007

Monitor daga




Con los guantes puestos el Cometa Halley.
Desintegra en el pizarrón.
Frondoso.
La novena sinfonía de Beethoven.
Es así.
Tres Arroyos cada cumpleaños.
Lenta y prolífica.
Aunque que se hayan suspendido.
Plaza por plaza.
Las clases de antropología silenciosa.
Son un éxito.
En los acantilados.
Lo asevera con una bincha descolorida.
La viajante del rectángulo turquesa.
Para planificar un engrudo de posgrado.
Harina negra.
Más que un parche.
Azúcar.
A medida.
De los bostezos impalpables.
Una hebra de este resfrío.
Tejido con agujas de telgopor.
Puede sobrevivir cómodamente.
Si logra jugar un partido de voley.
El viernes feriado.
Con pelotas de Ibuprofeno.
Desafilar o traducir un pelapapas.
No es imposible.
Cuando el integrador respira.
Las tachuelas arrojadas en la vía pública.
Se toman un recreo ausente.
De martillos velados en tridimensión.
Nuestra especialidad no consiste.
Promete.
Instalar inodoros de lujo.
En esas tardes pegajosas.
Detectar a un sujeto nadando croll.
Como nosotros en el asfalto.
A quinientos kilómetros de la urbe sepia.
Es sorprendente.
Que el desgano sea tan narrativo.
Aquí no hay pirámides ampulosas.
Ni rodetes de tinta china.
Fortificados con vitaminas A y E.
Cuando.
Tediosos.
Volvemos a la cuna.
Damos comienzo a las sesiones ordinarias.
Con palmeras y ananás.
En globos aerostáticos.
Sin rumbo.
Por las veredas de Colón y Moreno.
Nacimos, morimos y volvimos a nacer.
Clásicos, vanguardistas y modernos.
Como este amuleto de avena.
Listo para esquivar un remolino.
De espátulas y dromedarios.
Atención.
Una obra consultada al atardecer.
Vía Neptuno.
Los fines de semana.
En este contexto rayado.
Puede provocar una conjuntivitis parquet.
Hablar de clientes y mercancías.
De frenos y camisas manga corta.
Sólo por hoy.
En vez de poeta.
Me propongo ser un conmutador.
Mudo.
Aturdido por raquetas y legajos de querosén.
Esta noche la media luna.
Llena de caries.
Alumbrará el sendero de los títeres enigmáticos.
Para manifestarse en contra de la suma de poder.
Revuelta.
Subirá en paracaídas hasta el Parque Cabañas.
E instalará en un parapente ovalado.
Nuestro stand de diccionarios vacíos.
Pomelos recuperados.
Y toboganes doble faz.
Entonces.
El fenómeno de los paseadores sedientos.
Continuará creciendo.
Hacia los costados del teatro.
Sin traslucirse.
La cúpula del sudeste.
Nos animará con su desanimo.

4 comentarios:

Agustin Wrobel dijo...

q buen blog!!! em encantaron los poemas y la colección de arte

Daro dijo...

salud pajaromosquito! seguire visitanto su blog

Anónimo dijo...

impresionante poema... desconcertante su amplitud, nos ha sembrado el corazón de harina negra, una profundidad desconcertante

un saludo

Daro dijo...

Es en tipo de harina negra... muy brillante en el fondo.

gracias por la visita